Deja de sufrir
por tu relación

Ninguna relación es perfecta. Pero hay momentos en los que tocamos fondo y es ahí cuando nos planteamos seriamente si realmente merece la pena seguir aguantando. Sufrimos estando juntos, pero también sufrimos si nos separamos... ¿Hay alguna forma de poder estar en PAZ de una vez? Sí, te lo contamos en una Llamada de Valoración Gratuita.

¡HOLA, TE DAMOS LA BIENVENIDA!

Somos Eduardo y Sara

Llevamos juntos desde que nuestros caminos se cruzaron en 2011 y podemos afirmar tranquilamente que llevamos más de tres años sin discutir, siendo radicalmente honestos el uno con el otro, sin callarnos nada y sin darnos la razón como a los tontos.


Actualmente nos sentimos libres dentro de la relación, nos impulsamos el uno al otro para crecer ante las adversidades, nos seguimos redescubriendo a diario y podemos tomarnos con humor las "locuras" del otro (que no son pocas...).


Es por ello, que ahora ayudamos a otras parejas a lograr la paz, la armonía y la felicidad en la relación tal y como nosotros lo hemos logrado con la nuestra.

Hemos ayudado a personas:

Que sentían que su relación era un campo de batalla

Hundidas en el drama tras su ruptura de pareja

Incapaces de tener una relación duradera

Atascadas en el rol compañeros de piso

Nuestra historia...

CONTADA POR EDUARDO

Cuando conocí a Sara aún vivía con mi ex, a pesar de haberlo dejado hacía 2 años. Me encontraba un callejón sin salida y sin dinero. Había hecho todo lo que se suponía que tenía que hacer para ganarme la vida: estudiar una carrera, estudiar un master, hacer un curso tras otro, buscar clientes, etc. Pero nada me funcionaba porque no creía en mí, ya que ninguna técnica ni herramienta me había funcionado, nada había producido un cambio en mí que me hubiera dado la confianza que necesitaba para ayudar a los demás. 


El camino recorrido junto a Sara me ha dado toda la confianza que he buscado durante años. Por fin he pasado de la sabiduría al conocimiento. Si quieres saber los detalles, Sara te los contará si sigues leyendo...

CONTADA POR SARA

Pasé una gran parte de mi vida soñando y esperando que llegara mi "príncipe azul", aquel hombre que convertiría mi vida en una aventura romántica digna de cualquier película de Disney o Hollywood.


Esa fantasía se avivó cuando con 26 años fui a una médium (sí... me flipaban estos temas...) que me dijo: "Tu alma es sabia y reconocerá al padre de tus hijos en cuanto lo vea". Así que me pasé dos años mirando detenidamente a cada uno de los hombres con los que me cruzaba por la calle, pero ni rastro de él.


Con 28 años coincidí con Eduardo en un curso muy friki (del cual no voy a hacer publicidad). Mi alma es sabia, pero parece que no lo era tanto, ya que la primera vez que lo vi no me llamó la atención para nada... pero lo que se dice nada de nada, ya que estuvimos hablando largo y tendido y no surgió un ápice de atracción (ni por su parte ni por la mía).


Pero al despedirnos nos dimos un abrazo de corazón a corazón y mi vida cambió en ese instante. Sentí una oleada de energía recorriendo todo mi ser, haciendo que cada una de las células de mi cuerpo se activara de golpe. Y pude escuchar a mi alma, que al parecer sí que era un poco sabia, diciendo dentro de mí: "Por fin te he encontrado". Me fui a casa completamente desconcertada, no entendía qué había pasado... lo único que sabía era que de algún u otro modo, él iba a ser importante en mi vida.


A los 15 días volvimos a coincidir en un curso de autoestima, en el que no parábamos de hacer ejercicios de conexión entre los asistentes. Así que con tanto toqueteo, tanta mirada y tanto piropo, en uno de ellos Eduardo y yo acabamos besándonos, ignorando cualquier indicación de cambio de pareja, como si se hubiera parado el tiempo y el espacio en ese momento. 


Al día siguiente quedamos para dar un paseo y seguimos caminando juntos hasta el día de hoy. Eso sí, lo que yo imaginaba como un paseo idílico por una playa paradisíaca resultó ser más una expedición ascendiendo por una montaña llena de rocas que se desprenden bajo tus pies. 


Y es que Eduardo y yo nos conocimos en un momento muy difícil para mí, ya que en 2011 colapsé. Dejé mi trabajo como creativa publicitaria y dejé los escenarios como bailarina profesional. Había perdido por completo la salud y la vitalidad. Tenía fatiga crónica, insomnio, ataques de ansiedad y otra decena de síntomas que me drenaban.


Pero para rematar, por si no era poco, en 2013 recordé espontáneamente los abusos sexuales que había sufrido de niña por parte de un familiar y nuestras relaciones sexuales se bloquearon por completo, haciéndonos perder la líbido a ambos durante años.


Afortunadamente, Eduardo no me soltó la mano hasta que pude volver a caminar por mi misma, pero no fue un camino fácil…


Al principio de nuestra relación, ambos teníamos heridas muy abiertas de relaciones pasadas y cuando se tocaba una herida, yo tenía la tendencia de callar y tragar todo, rumiándolo internamente durante meses hasta que explotaba como una olla a presión. Y Eduardo tenía un carácter autodestructivo, estallando en ira contra sí mismo.


A los dos nos irritaban y molestaban increíblemente las manías del otro. Y vivíamos en una auténtica montaña rusa emocional que definitivamente nos hizo recrear un psicodrama digno de Hollywood... 


A pesar de todo, como ambos éramos unos apasionados del desarrollo interior y Eduardo era psicólogo, pudimos ir superando los retos hasta que nos casamos en 2014. La verdad es que no es porque fuera la mía, pero fue una boda preciosa y la más divertida a la que habíamos asistido la gran mayoría (confirmado por los asistentes).


Pero lo que nadie te explica cuando te casas, es que cambia la relación. El primer atisbo que tuve de ello fue a los dos meses de casarnos, que caminando por la calle de repente me vino el pensamiento: "¿Qué hago casada con éste?". Era un pensamiento tan despectivo y destructivo, que me extrañó. No parecía mío.


¿Por qué había cambiado tanto mi forma de ver a Eduardo en tan poco tiempo? No tenía ni idea hasta que (muchos años más tarde) comprendí que en ese ritual es como si de repente activaran todos los conflictos matrimoniales no resueltos de tus ancestros y tuvieras que lidiar con temas que antes ni te planteabas.


(Si ahora te estás planteando no casarte para evitarte esa herencia, te digo que no te servirá de nada, porque esos programas también se activan por la edad, decisiones internas o porque simplemente ya es hora de que alguien se encargue de ello...)


Tampoco sabía que elegimos inconscientemente a la pareja perfecta para mostrarnos y abrirnos todas las heridas que habíamos guardado en el subconsciente y por momentos parecía que ambos padecíamos Síndrome de Diógenes Emocional... ¡mamma mía la de basura que hemos tenido que procesar!


Nosotros estábamos convencidos de que tenía que haber algo que nos ayudara, así que durante años fuimos "cursillistas patológicos" buscando la solución definitiva. Pero la máxima del ego es: "busca, pero no encuentres".


Poníamos en práctica todas las técnicas y herramientas de gestión emocional que conocíamos de forma casi obsesiva, creyendo que nos sacarían de la ciénaga, pero no... 


Recuerdo que en 2016 estábamos paseando por la playa y según comenzamos a hablar, surgió un tema para trabajar. Así que Eduardo se puso a guiarme para que soltara y estallé: "¡Estoy harta! ¿No podemos tener un paseo normal sin tener que estar todo el día soltando emociones? ¿No podemos tener una conversación como una pareja normal?"


Estallé a llorar y cuando me tranquilicé, continuamos haciendo lo único que sabíamos hacer, probar con lo que otros nos habían dicho que funcionaba con la esperanza de que lo hiciera también con nosotros.


Pero no lográbamos estar bien, ni física, ni mental, ni emocional, ni económicamente. Nos queríamos mucho, pero ¿es suficiente el amor? ¿es suficiente el compromiso? ¿es suficiente aplicar las técnicas y herramientas que utilizan todos para sanar? Con nosotros parecía que nada era suficiente.   


Eduardo colapsó como psicólogo. Se sentía incapaz de ayudar a otros viendo cómo estábamos nosotros. Así que renunció durante años a la práctica profesional.


Yo estaba desbordada de trabajo por aquel entonces, ya que trabajaba como freelance para varias agencias de publicidad. Así que para que yo no muriera de éxito, Eduardo comenzó a trabajar conmigo...


No sé si has trabajado con tu pareja, pero fue demasiado retador para nosotros. Y más, siendo yo una jefa "Controlator 2.0", asquerosamente perfeccionista e increíblemente estresada. Mi energía masculina estaba desbordada y anulaba la de Eduardo, lo cual me desquiciaba aún más, porque le reclamaba más acción y proactividad...


Nuestro primer intento de trabajar juntos fue tal desastre, que decidimos que yo me centraría en el trabajo y él se centraría en cuidar nuestra finca en el campo y en hacer las tareas de la casa. 


Nos acomodamos en la incomodidad y nos dejamos arrastrar por el tiempo. Fueron años en los que yo me pasaba el día, la tarde y algunas noches delante del ordenador, que a veces comía de pie porque era el único momento en el que podía levantarme de la silla y que según llegaba a la cama, caía prácticamente inconsciente al instante.


Del sexo ni hablamos, ya que los pocos ratos que teníamos libres ni se nos pasaba por la cabeza. Llegamos a plantearnos si realmente éramos una pareja o simplemente compañeros de piso, hasta que tuvimos la GRAN CRISIS que hizo querer cambiar el rumbo de nuestra relación.


Recuerdo ese día de 2020 como si fuera ayer. Estaba sentada en el sofá de casa, mirando el fuego en la chimenea y haciendo reflexión sobre cómo era mi vida.


Llevaba años en piloto automático pero en ese momento el piloto renunció a su trabajo, pulsó el asiento eyectable y saltó con el paracaídas para no volver nunca más. Y empecé a ver mi vida como jamás me había atrevido a mirar y las lágrimas comenzaron a desbordar mi rostro.


Eduardo se acercó corriendo a abrazarme: "¿Qué te pasa?" , preguntó cariñosamente. Aparté su brazo y entre sollozos, con un nudo en la garganta y un hilo de voz logré decir: "Se... acabó..."

- ¿Se acabó el qué? - preguntó Eduardo sorprendido

- Nosotros...

¿Qué dices? ¿De qué estás hablando? - Eduardo comenzó a alterarse

- Ya... está... se... acabó.... - decía entre sollozos cada vez más fuertes

- ¿Pero por qué? ¡Dime qué te pasa por favor!


El nudo me retorcía la garganta con tanta furia que supe en ese momento que o hablaba claramente o acababa conmigo: "¡Llevo años trabajando como una condenada, vivimos en el campo y me paso el día encerrada en la cueva delante del ordenador porque SOY LA ÚNICA que trae dinero a casa! ¡ESTOY HARTA! Llevo demasiados años sin vacaciones, sin fines de semana libres, sin vida... ¿para qué? ¿para compartirla con un marido que NO trabaja, que NO me dice que me quiere y que NI SIQUIERA ME FOLLA? ¡¡¡DIME!!! ¿qué mierdas hago contigo? ¿qué soy para ti? ¿la que te mantiene?"


Mientras Eduardo llorando intentaba convencerme de que iba a cambiar y de que lo íbamos a arreglar, mi cabeza se puso a hacer las maletas y a planificar cada uno de los detalles de lo que sería mi vida sin él.


Parecía que el agujero negro iba a borrar todos y cada uno de los motivos que me habían unido a Eduardo. Él me hablaba, pero yo no escuchaba. Lo miraba y pensaba: "¿Por qué carajo me casé con él?". 


Veía cómo estaba a punto de estrellarse el avión y resignada me disponía a estamparme contra el suelo, cuando de repente, mi espíritu me hizo un flashback al momento en el que nos conocimos en 2011 y al abrazarnos escuché: "¡Por fin te encontré!"  


El mensaje era claro. Tomé los mandos del avión y sin tener ni idea de cómo pilotarlo, le dije a Eduardo: "Mi espíritu no pudo equivocarse contigo cuando te conocí. Elijo confiar en mi intuición, elijo estar contigo. Y si nos estampamos, lo hacemos juntos. No tengo ni idea de cómo solucionarlo, pero vamos a salir de ésta." 


Ahora bendigo haber tocado fondo, porque gracias a ello, pudimos reconstruir los cimientos de nuestra relación. 


Afortunadamente después de dar muchas vueltas, finalmente encontramos la solución dentro de nosotros. Gracias a poner en práctica la honestidad radical entre nosotros dejamos de discutir y comenzamos a desarrollar una metodología propia, con la que pudimos experimentar resultados duraderos.


Cuando tuvimos nuestras ideas claras, la vida nos sorprendió acercándonos a maestros o conocimientos que confirmaban nuestros descubrimientos. Como fue el caso de Un Curso de Milagros y del Dr. David Hawkins, con sus enseñanzas en Dejar ir.


Pero la vida nos sorprendió aún más trayéndonos a casa a pacientes sin buscarlos, con los que pudimos confirmar que "esa cosa rara" que hacíamos entre nosotros, resultaba también efectiva para otros. Es por ello que ahora nuestra misión es compartir esto con más personas.


Ahora podemos afirmar que nuestra relación se ha convertido en un refugio de paz y seguridad, desde el cual podemos recargar energía y salir al mundo renovados, por muy duras que se pongan las cosas.


Y en estos 3 últimos años hemos capeado unos cuantos temporales, como:

  • Convivir 24 horas trabajando juntos desde casa (sí, después de la GRAN CRISIS Eduardo volvió a echarme una mano con mi empresa y pudimos fluir en armonía)
  • Llevar a la quiebra nuestra propia empresa (parecía una broma cósmica, en plan: "¿Que ya habéis aprendido? Pues next level, te quito a tus principales clientes")
  • Acumular una deuda de más de 50.000€
  • Tener deseos opuestos en cuanto a querer tener hijos
  • E incluso pudimos superar el bloqueo sexual que arrastrábamos desde hacía años


Todo esto sin tener una sola discusión y saliendo nuestra relación aún más fortalecida. Es por ello que decidimos ayudar a otras personas a lograr lo mismo que nosotros. 


Además, estamos convencidos de que cualquier pareja con la metodología correcta puede superar cualquier problema y vivir feliz.


No te cuento esta historia por cotillear, sino porque probablemente estés en un momento de tu vida complicado. Pero esto está a punto de terminar para ti, como terminó para nosotros. Ya que si estás aquí, es porque crees que debe haber una forma mejor de vivir en pareja, tal y como lo creímos nosotros. Tal y como lo hemos experimentado nosotros. Porque si se quiere, se puede.


Dicen que las relaciones duelen pero esa frase es errónea. Las relaciones no duelen, lo que duele es nuestra forma de pensar con respecto a ellas. Y si algo hemos aprendido durante estos años es que no es fácil cambiar esa forma de pensar que tanto nos duele, a menos que se tenga la guía y metodología adecuada.


A nosotros nos costó casi una década encontrarla y ahora la queremos compartir contigo,

¿te atreves?

No esperes una década para descubrir la clave

¡Solicita ahora una Llamada de Valoración Gratuita! Estaremos encantados de contarte cómo lo hemos conseguido nosotros y cómo lo puedes lograr tú también si das los pasos adecuados. 

Sobre Nosotros

Eduardo Ramos

Psicólogo, coach, experto en inteligencia emocional y en PNL y especialista en terapia de pareja. Su visión de la psicoterapia está ligada a la espiritualidad, a la psicología humanista y en especial a Un Curso de Milagros.

Sara Sovrano

Coach, experta en liberación emocional y resolución de traumas. Es especialista en conciencia corporal aplicada a las 5 leyes biológicas. Además, es autora e ilustradora de cuentos de educación emocional.

Ver detalles
- +
Agotado